martes, 20 de septiembre de 2011

Debatiendo conmigo misma

Cuanto más escribo, más necesito escribir. Al principio la adicción se limitaba al blog como forma de comunicación, de expresión con un destino desconocido, pero, poco a poco, el blog va cobrando otro significado o sentido, el de escribir sin más. En ocasiones se trata de plasmar en la pantalla lo primero que me viene a la cabeza, como ahora me sucede, y  otras, sencillamente experimentar con las palabras, jugar con ellas sin afán alguno de construir algo decente.
Al principio, trataba de elaborar textos cuidados y ahora, eso pasó a un segundo plano.
Escribir se ha convertido en una necesidad y un deseo imperioso de vaciarme, de autoanalizarme, de sacar a la luz escrita algo que llevo escondido dentro.
En ocasiones, cuando llego a un nivel de confianza máximo con alguien, acabo haciendo esto, acabo vomitando lo que siento, lo que pienso, no necesariamente como un sentimiento o pensamiento inamovible o inquebrantable, pero sí como sinceridad desnuda y, en consecuencia, muy expuesta.
Estas veces puede que hasta yo me asuste de lo que digo por su crudeza, por estar despojado de cualquier velo de delicadeza, privado de cualquier disfraz o maquillaje. Las reflexiones o irreflexiones brotan sin tamiz alguno.


Ella sabía que resultaba inevitable en su relación con él, al igual que en las relaciones personales que le importaban, llegar al que denominaba "estado febril", al momento trascendente en el que adoptar precisamente la decisión de continuar flotando en el estanque de aguas cristalinas y tranquilas, en esa dulce situación  en la que se hallaba desde hacía meses, dejándose mecer en su hamaca anclada entra dos robustos, seguros, troncos o arriesgarse.
Ignoraba si podría permanecer de ese modo eternamente o si acabaría cayendo en la apatía, prólogo de la muerte a su lado.
Llevaba varias noches durmiento intranquila. Tampoco a lo largo del día, ni tan siquiera en su trabajo, mantenía la atención y más de una vez alguien la tuvo que sacar de su distracción mal disimulada.
La historia se repetía, el camino volvía de nuevo a bifurcarse. Y así, como siempre, a la derecha se vislumbraba un camino llano, recto, sin obstáculos aparentes, pero una sola dirección sin retorno, un solo sentido.
A la izquierda, partía un camino agraciado con el don del interés paisajístico, bromeaba ella para sí, pero con la contrapartida de ser una vía no trillada, con altos desfiladeros a los lados, imprevisible. Y una vez más, sentía que podía encontrar una señal de camino cortado, viéndose obligada a retroceder y empezar de nuevo, esta vez cansada y lastimada.
Nunca había encontrado alguién como él, tan a su medida, pero eso lejos de tranquilizarla, le hacía temblar cuando no estaba a su lado. Era tan ajustado a ella que no podía evitar sentir que cualquier movimiento, por minúsculo que fuese, haría saltar las costuras...

3 comentarios:

Marina dijo...

Te entiendo perfectamente cuando dices "mientras más escribo, más necesito escribir". A mí también me pasa. Y no es que necesites publicar algo, porque a veces tengo textos antiguos en la recámara y no es lo que me satisface. Necesitas el acto mismo de escribir, necesitas el proceso.

Pero es bonito, ¿no crees?

En cuanto a la segunda parte... veo bifurcaciones en todas partes, últimamente :S

Besitos.

Daltvila dijo...

Marina:

Es realmente bonito esto de escribir.

Pienso qe si ahora mismo estás rodeada de bifurcaciones, lo mejor que puedes hacer es sentarte tranquilamente y disfrutar de cada momento hasta que te llegue la inspiración. Puede que tomes el camino adecuado o no, nunca lo sabrás pero, al menos, habrás hecho lo que te dictaba tu corazón.
De todos modos, creo que ya estamos amaestradas para retroceder al punto de partida si es necesario y probar de nuevo.
Esto es la vida y no deja de tener su parte de emoción.

Un abrazo muy fuerte

Daltvila dijo...

Anuar:

"Imposible detenerse"

Incuestionable certeza.
Estamos subidos a una cinta que avanza,como las de los aeropuertos. Sin embargo, podemos caminar sobre ellas, podemos correr pero también podemos permanecer de pie a la espera de que un impulso nos haga avanzar.

Un abrazo, Anuar.