Se ha ido con el amor de su vida. Aunque ha pasado una década, nunca dejó de hablarle por las noches antes de dormir, de contarle lo que iba pasando y cuánto le echaba de menos. Cuánto añoraba sus bromas, sus risas, su manera de hacerle entender que todo lo malo pasaría y que la vida había que tomarla con tanta más ligereza cuanto más grave se nos mostrara.
Ella dejaba escapar una sonrisa de sus labios al escucharle en su mente y le daba un beso a la foto que de él tenía en su mesilla de noche antes de apagar la luz.
- ¡Cuánto has tardado!
- Aún me necesitaban allí abajo. Tenía que encender la última vela antes de marcharme.
- Estás muy guapa nena.
A ella le brillaron sus preciosos ojos azules, ya transparentes por las cataratas.
- ¿Bailas esta pieza conmigo?