martes, 30 de agosto de 2011

¿A qué me sabe lo cotidiano?

A crepés de chocolate el domingo para desayunar,
al café de cada mañana,
a tierra mojada después de la lluvia,
a mi coche al regreso del mercado,
esa mezcla de fruta fresca y pan recién hecho,
al olor de mi perra cuando despierto
y escucho su respiración, cuando el día aún está oscuro,
al ruido de las hojas al rozarse mecidas por el viento,
a U2 y a Mozart,
a ese poema que me hace caer rendida a sus pies,
a la luz al caer la tarde,
al bizcocho recién horneado que ambienta mi casa,
la higuera de mi calle que siempre me transporta a la infancia,
al huerto de mis abuelos los veranos,
a ese "Te quiero" espontáneo ligado a un tierno abrazo,
las olas del mar haciéndome cosquillas en los pies,
a las sonrisas cómplices y las miradas de comprensión,

...

¡tantas cosas!

la amarilis asomándose cada primavera,
oleo y disolvente como aromaterapia,
un paseo con mi ciudad compartido,

...

domingo, 28 de agosto de 2011

¡Qué raros somos todos!

Acabo de despedir a once invitados, unos muy amigos y otros, amigos de amigos y no necesariamente transmutables en amigos míos, ... todos no, por supuesto. Para ser sincera me estoy refiriendo concretamente a uno de ellos: el ser más machista que se ha cruzado en mi camino y mira que he conocido a unos cuantos. Es de un machismo casposo y ofensivo, dan ganas de vomitarle encima.

Bueno, a estas horas, debería irme a dormir pero me he puesto a recoger la cocina y me he despejado...

Y como esto de los blogs es tan entretenido y una suerte de psicoterapeuta 24 horas, pues puedes soltar tu rollo:
 - siempre,
 - con suerte, alguien te escucha-lee
- puedes incluso ser ayudado por la experiencia y la filosofía de vida de otros
- gratuito
- no necesitas pedir cita ni repedirla si se te complican las cosas  y no puedes ir o, sencillamente, la olvidaste porque ese día estabas estupenda.

En fin, que estoy encantadísima con la función social que cumplen los blogs. Y ahora que no me vengan con esas de que los que andamos por estos lares somos unos inadaptados sociales transitorios que acabamos de vivir alguna gran adversidad ( que sí, en mi caso) o que no tenemos nada mejor que hacer (que puede que también). Nada es excluyente pero tampoco necesariamente debe darse. Es más, pueden ser circunstancias complementarias.

Lo que más me gusta de esto es que pudes soltar lo primero que te venga a la cabeza, por muy burrada que sea, que nadie se entera (entendemos por "nadie", nosotros que somos más alguien que nadie, pero que parecemos pertenecer a un club en el que juramos secreto profesional), si bien una amiga mía sostiene que cualquiera puede averiguar nuestra dirección IP y que eso es fatal porque inmediatamente sabe muchas cosas sobre tí (¿ciencia ficción? ¿paranoias de mi amiga? ¿certeza absoluta que preferimos ignorar?)

Ejem, ejem,...

Creo que me estoy iendo por las ramas para no enfrentarme con lo que había venido a decir:

¡Pero qué raros somos todos! ¡Qué complejos!

¿Y tú te crees que eres un bicho raro? Te aseguro que lo que te pasa a tí es de lo más normalito que te puedes encontrar. Tus reflexiones y divagaciones son muy acertadas, pura clarividencia que a veces resulta bastante nociva. Preferiría ser una ingenua.

viernes, 26 de agosto de 2011

Ya no estás enfadada con el mundo

Hoy tu vida vuelve a comenzar,
el ancla que te tuvo amarrada los últimos meses
cedió ante la buena nueva.
Hoy, el frío se ha hecho rojo
y el bochorno se desnuda para sentir.
Ya no estás enfadada con el mundo,
él y tú celebráis vuestra amistad.
Hoy las hojas que empiezan a caer de los árboles
no son el final del verano,
sino el comienzo de un vital otoño,
de piel tostada y agua del mar,
de ropa blanca,
bailes hasta la aurora.
Mañana será tu cumpleaños
aunque hoy ya te bañas,
te sumerges en el regalo adelantado que ayer rechazabas
y vas dejando su aroma de optimismo
en el hospital,
en las calles,
en todos nosotros.

* La ilusión y la necesidad de compartir lo bueno que nos pasa.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Clases de personas

Le dije:

- ¡Pero es que hay personas con las que no se puede hablar!

Conforme lo decía , ya me iba corrigiendo mentalmente:

- Hay personas con quienes es mejor no hablar.

Me miró estupefacta y luego, como si de repente se hubiese acordado de alguien, asintió con la cabeza y con sus ojos.

...

Y también hay personas maravillosas con quienes hablar tiene un efecto sanador en los peores momentos. Hay llamadas y correos que, sin pretenderlo, llegan en los momentos más convenientes, cuando más los necesitas y te sacan de tu agobio puntual y te hacen ver la vida con unas lentes multicolores...y de repente, suena una música alegre que te envuelve y te eleva...

Besos y abrazos para ellas, aunque algunas no tengan ni la más mínima idea de esto que les escribo.

sábado, 20 de agosto de 2011

" Las chic@s de oro"

Esta tarde he ido a la playa con una amiga y un amigo muy queridos (por mí e imagino que por mucha más gente). La verdad es que era un día de perros para estar en la playa porque la bandera era roja y los de la Cruz Roja (valga la redundancia) no paraban de anunciar que el baño estaba totalmente prohibido a lo largo y ancho de todos los altavoces esparcidos por toda la costa. Bueno, los de la Cruz Roja no, la chica de la Cruz Roja, una chica con voz cabreada que nos gritaba como si fueramos niños en un patio de colegio ( no se parecía demasiado a las chicas de la Cruz Roja de aquella película española y es que, como diría mi abuela, las cosas ya no son como antes).

Por hacer algo especial, nos hemos dado el lujo de alquilar unas hamacas.

Allí estábamos, los tres bocarriba (esta semana quedaremos otro día para ponernos bocabajo y remediar el desastre de bronceado bicolor de hoy), como iba diciendo, los tres bocarriba derritiéndonos al sol.

Si bien dicen que el calor dificulta la concentración y el entendimiento, en este caso operó en mi amigo como un foco de luz "einsteniano". De pronto se incorporó y, sacándonos de nuestro sopor, nos propuso un plan de futuro para después de nuestra jubilación:

- ¡Seremos como "Las chic@s de oro! He pensado que cuando nos jubilemos, nos compremos entre los tres una casa de una sola planta en una isla maravillosa y contratemos a una chica para que nos cuide.

La propuesta iba completamente en serio.

No he podido remediarlo y he empezado a imaginarme a nosotros tres ya viejecitos. En principio, me ha resultado muy gracioso pero cuando regresaba a mi casa he hecho varias reflexiones:

1. Mi amigo piensa que en la vida ya no va a encontrar otra pareja y/o, si la encuentra, la dejará plantada por nuestro plan (¿?)

2. Esto es lo más parecido a una propuesta de matrimonio a largo plazo y eso me mosquea. No pienso volver a casarme.... aunque he de reconocer que sería halagador que alguien me lo propusiese, eso creo, bueno, también dependería del alguien, obviamente.

3. Debo de sentirme muy feliz de que otra persona piense en mí como una de sus compañeras de vejez ???

No sé, estoy hecha un lío.
Consultaré su propuesta con la almohada.

jueves, 18 de agosto de 2011

Nuestro instinto animal

- ¿Por qué crees que me necesitas?¿En qué podría ayudarte?


Cuando salí del cuarto de baño pensé que él ya estaría dormido. Me tumbé, con todo el cuidado de que fui capaz, en el filo de la cama, en posición fetal. Cualquier ligero giro sobre mi eje habría provocado que cayera sobre la moqueta de la habitación del hotel.
En la creencia absoluta de que ya estaba dormido, rompí a llorar en silencio; sin embargo, poco a poco, mis sollozos fueron acrecentándose y con ellos las sacudidas de todo mi cuerpo...

No estaba dormido, tan solo lo fingió.

- Y ahora ¿qué te pasa?

Era incapaz de responderle y, sin pretenderlo, permanecí en un espeso silencio.

Insistió con una perceptible, mal disimulada, violencia en su voz.

- Siento que algo muy grave está sucediendo en mi vida. No sé, es como si me desmoronara por dentro.

Tal y como los animales previenen las catástrofes con mucha más antelación que nosotros,  mi ser se inundó con toda la intuición de mi lado salvaje. Me resultaba imposible verbalizar lo que estaba experimentando, sufriendo, porque sufría. Nunca había vivido nada parecido. No se trataba de ese vacío en el estómago, sinónimo de tristeza, no era ese vacío, todo seguía allí adentro, en la cavidad de mi núcleo, pero se desprendía, sentía como una fuerza bestial lo arrancaba, me desgarraba. Mis órganos, mis vasos sangüineos, mis fluidos se estaban degradando aceleradamente, sin piedad, dejando el aroma de la putrefacción.

Y de toda esa putrefacción se escapó la idea de huir. Le dije:

- ¡Ayúdame a marcharme, necesito regresar a casa! ¡Ayúdame a buscar el primer vuelo! No puedo soportar ni un solo segundo más aquí.
" Sabes la ilusión que tenía en este viaje", respondió enfadado, alzándome la voz...


Advertí que sobre su mesa había una bandeja con pequeños paquetes de pañuelos.