miércoles, 27 de noviembre de 2013

STOP








Hace semanas que ya no me despierta la alarma del teléfono. Me despierta mi cuerpo a las tres, a las cinco, a las seis.
No soporto el sonido de la alarma, de manera que mientras me dirijo mareada a la cocina busco la alarma para desconectarla.
Enciendo la radio. Tomo dos naranjas y me preparo un zumo.
Preparo el desayuno dedicándole el triple de tiempo del que tardaría si me hubiese despertado del todo, pero sigo en vigilia aunque mis piernas y mis manos se muevan. Van solos, movidos por la inercia mientras mi mente, cansada, se pregunta por qué no logro dormir bien de una vez.
 Ohhhh.... ese sueño reparador!
Me preparo un café con leche cargadito y unas tostadas con aceite que dejo a mitad mientras despierto al resto.
Me pongo cualquier cosa y un polar. Voy a la parada. Besos y sonrisas y deseos de un buen día.
Regreso y termino mi tostada y mi café mientras me deprimo escuchando las noticias.
Me ducho y me arreglo, me maquillo lo justo, me perfumo y me calzo los tacones. Esos centímetros de más, incómodos, ayudan a situarte en el papel de mujer trabajadora, segura de sí misma, luchadora, superwoman. Durante mi jornada laboral dejo detrás, en duermevela, a la otra mujer, la genuina.
Salgo corriendo del trabajo a comprar un pantaloncito o una falda negra imprescindible para esta tarde. Zara me salva del apuro, pero son las cuatro y no he tomado nada desde el desayuno. Vuelvo a casa con el tiempo justo de picar algo y salgo disparada al colegio y luego al conservatorio y luego a comprar pilas para la cámara y luego me siento a esperar en una sala. Enfrente un niño protesta a su madre porque está cansado y no quiere hacer los deberes. Es bastante razonable lo que dice. Lleva fuera de casa desde la mañana y lo que quiere es regresar, tomar un baño, ponerse el pijama, cenar y jugar o sentarse en el sofá para ver un poco la tele.

....

Ceno. Me siento en el sofá y me quedo dormida.


martes, 5 de noviembre de 2013

"No me pidas que no piense en voz alta por mi bien..."






Necesitaba llevar una foto para hacerme el carnet y como siempre ando falta de tiempo, rebusqué en el cajón del escritorio y encontré un sobrecito en el que guardo fotos de carnet que me sobraron de otras épocas, de hace años. Lo cierto es que nunca me había fijado en ellas pero hoy me ha dado por detenerme a mirarme, sobre todo, la mirada y sabéis? .... No me reconozco en ellas. Repaso mentalmente los momentos de mi vida en que acudí a hacérmelas y creo que no me sentía como muestran mis ojos o quizás sí o incluso puede que peor aún.
En cualquier caso, no consigo bucear hasta la que soy hoy que no es otra que la que siempre fui y que dejé de ser durante tantos años.

Reconciliarte contigo mismo (a) es una sensación tremendamente agradable, es sentirte como en casa, incluso en tu casa.

No quiero volver a perderme y no me perderé. Tengo mi interior lleno de miguitas de pan ;)...
Y tampoco quiero que nadie se pierda por mí.

Y todo esto porque hoy al llegar a casa después de entregar esa foto de esa desconocida de otros años me puse un CD de Serrat y volví a escuchar su