sábado, 30 de julio de 2011

Saludos afectuosos

En muchas ocasiones, por no decir siempre - ya se sabe, "la excepción confirma la regla"-, descartamos a algunas personas cercanas, próximas en el espacio, en la creencia equivocada de que poco o nada tienen que ver con nosotros, que esos habitáculos corporales que casi nos rozan, alojan seres ordinarios, espécimenes comunes.

Presumimos que tenemos, frente a nosotros o a nuestro lado, trajes y corbatas, vestidos de corte clásico, camisas blancas perfectamente planchadas, caras discretamente maquilladas o barbas bien recortadas.
Esos rostros anodinos tendemos a dotarlos de personalidades perpetuas, inamovibles, congeladas, que no nos depararán sorpresa alguna sin temor a equivocarnos.

En esa bruma que crea una atmósfera gris, nos creemos seres distintos, especiales, con un marcado glamour interior.

Un buen día, un@ va a trabajar fuera del horario, un día de asueto. Te calzas tus sandalias y te metes en tus vaqueros y en esa camiseta que compraste en tu viaje a Turquía hace más de diez años pero que, aunque gastada, siempre la llevas por casa.
Cuando llegas, te sorprende darte de bruces con un colega tuyo de esos con quienes intercambias únicamente "saludos cordiales".

- ¿Aún no estás de vacaciones?
- Bueno, uhmmm... , en realidad se podría decir que sí pues empiezo el lunes...

Cada uno de nuestros cuerpos se pierde entre los picos coleando, los flecos que estimamos inaplazables.

Antes de marcharse, su cara se asoma desde el quicio de la puerta para decirme un adiós cortés, un "felices vacaciones", "que tengas un buen viaje",...; sin embargo, hay palabras en el diccionadrio que escapan de nuestro control, que saltan impulsadas por muelles invisibles, campando a sus anchas en el aire jugando al "pilla, pilla" con nosotr@s. Son palabras comunes disfrazadas de intrascendencia pero que esconden infinitos significados, tantos como situaciones.

No recuerdo cuál era, solo sé que, repentinamente, acabamos sentados, fumando un cigarrillo, o dos o tres,... ya no recuerdo, que olvidamoes nuestro cometido y nuestros compromisos y que compartimos esas vivencias que tan solo conocen quienes las viven contigo y que, sin prometer, juramos que nunca nos las dijimos.

...

Y un lunes cualquiera, nos encontraremos casualmente en el ascensor y tú me abrirás la puerta y me cederás el paso como un caballero y otra vez nos diremos "saludos cordiales"....

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado la calidez del antepenúltimo párrafo. En el fondo, no érais tan desconocidos, o extrapolando a lo que decía Sinatra..., "strangers in the day". Yet not so strangers... uh?
:)

Baci tanti, Jefa I.

Daltvila dijo...

Como leí un día en un cartel de carretera, algo así como: Tengo muchos amigos, lo que ocurre es que a algunos aún no les conozco.

Bueno, era muchísimo mejor la frase, por supuesto, pero la filosofía era esa.

Deseo que aunque se acaber las vacaciones, sigas tan feliz y disfrutando de todo.

Besos, coJefa

fiorella dijo...

Me he sorprendido,luego de 30 años en el mismo sitio, fumando fuera y teniendo esa charla especial con alguien que hasta ese momento era "un rostro" y poco más.Un beso

Anónimo dijo...

Algún día ocurrirá lo que no está escrito en las crónicas del destino.

Pero los saludos no serán cordiales ni afectuosos.
Es más, ni siquiera habrá saludos.

Solo una tierna mirada con sabor a promesa...
y una dulce sonrisa pintanda sobre el lienzo de la melancolía olvidada, no más.