sábado, 10 de diciembre de 2011

Demasiada sensatez

Al día siguiente, a la misma hora, nos encontramos en el aeropuerto. Ambos sabíamos que sería así porque ambos nos buscábamos, sabiendo que nuestros vuelos eran consecutivos y próximos en el tiempo.
Me prometí a mí misma que esta vez no te dejaría marchar sin un teléfono o una cuenta de correo, algo, un hilo con el que seguir conectados, empezar a conectarnos.
Buscaste el mejor sitio para sorprenderme al entrar e inmediatamente te pusiste en pie y saludaste efusivamente, con tu amplia y generosa sonrisa.
El día anterior me dijiste: "Solo te esperaré diez minutos". Sé que todo en mi parecían excusas, pretextos, mentiras piadosas. Cuando nos hicimos todos una foto y yo me negué a sentarme sobre tus piernas, tú, ofendido, me dijiste que estaba muy tensa. Era verdad. Estaba tensa porque nada más verte, cuando todavía no sabía que acabaríamos conociéndonos, ejerciste sobre mí una fuerza atractiva enorme.
Tu reacción y tu comentario denotaron poca confianza en tu físico, en tu envoltorio. Ignoras que tu sonrisa y todo tú resultáis completamente envolventes.
Regresé, media hora más tarde y ya no estabas.
En el aeropuerto te mostraste dolido y me dijiste que te quedaste esperando. Yo también esperé el resto de la noche y el día siguiente para verte antes de que tomaras el avión.
Por fin estábamos allí. Tú apurando al máximo el tiempo con nosotros a pesar del temor de tu amigo a que perdiéseis el vuelo.
Y sacaste tu teléfono para mostrarme unas fotos y, al acabar, no lo guardaste y jugaste con él en tus manos.
Me mirabas con tristeza en los ojos, con nostalgia de aquello que no pasó y que nunca pasaría.
Tu amigo te echó un capote al preguntar qué haríamos las siguientes vacaciones.
No te pedí el teléfono.
El tiempo pasó y nos despedimos con un largo abrazo lleno de contenido y de adelantada añoranza. 

Pasaron unos minutos.
Me levanté de un salto y empecé a correr hacia los controles de acceso, los pasé y busqué tu puerta de embarque. Al llegar, ya no quedaba nadie.
Vi despegar tu avión.

Demasiado lejos. Demasiado dífícil.



El otro día, hablando con unos amigos, sobre lo divino y lo humano, les decía que me gustaría vivir de un modo más despreocupado, menos racional y sensato.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Triste y dulce a la vez, encuentro, es este escrito.

Claro qué es normal y muy legítimo que quieras vivir de manera más despreocupada, menos racional y sensata, pero recuerda: hagas lo que hagas, siempre VIVE cada oportunidad como una única, especial, irrepetible y, sobre todo, enriquecedora y didáctica.

:)

Bisous de Mlle. la voyageuse et tout adorant Paris!

Daltvila dijo...

Ámber:
Creo que me voy a tatuar en mis neuronas tu consejo. En la piel no, porque me impresiona mucho la sangre;)
Sigue disfrutando de la VIDA, más si cabe, Mlle.
y prométeme que colgarás en tu blog una foto navideña de París en cuanto saques tiempo (solo si te aburres.... si te aburres un poquitín, si vous plait!

Bisous pour toi (¿se pone así?, mi francés es fatal)

M dijo...

envolventes...
Bello vivir como tu última frase...

Daltvila dijo...

Mónica:


Pienso que es importante que no olvidemos que la vida es aún más bella cuando la vivimos sin pensar tanto.

Te envío un abrazo y espero que dentro de poco ya estés de nuevo patinando y sintiendo el viento en tu cara.

fra miquel dijo...

A mi también me ocurre que reacciono tarde en momentos cruciales :o(
Y ya me gustaría a mi vivir de un modo mas despreocupado, menos racional...

Gracias por pasar por el LLibre Primer.
Te debo un paseo en vespa, aunque por Roma lo veo difícil. Yo, si quieres, te paseo por Barcelona :o)
besos

Daltvila dijo...

Te tomo la palabra Fra Miquel.

Algún día...

M dijo...

Por qué no lo haces tu?
Gracias por tus ánimos pero creo que lo segundo si.

el paseante dijo...

Míralo por la parte positiva. Ese "Breve encuentro" (magnífica película, por cierto) perdurará en tu memoria. Si se hubiera alargado, con el tiempo habrías ido descubriendo los defectos de esa persona (todos los hombres estamos sobrados de defectos).

Daltvila dijo...

Buenos días (que no lo dije antes)estimado Paseante:
No recordaba la película y me he metido en Google. Al leer sobre ella la he recordado, la ví hace años. Era realmente buena y creo que ahora, pasado el tiempo, me gustaría aún más.Creo que se han inspirado en ella más de una.
¿Viste "Después de una noche?

Ernesto. dijo...

Hola, he llegado hasta a ti por un comentario tuyo en otro blog, sin más. He estado leyendo todo lo anterior con gusto por su frescura y espontaneidad. También por lo cuidado de lo que quieres expresar. Bonito espacio, agradable.

He sido interrumpido por mi hija respecto a unos comentarios y reflexiones en los que nos enfrascamos en estos días respecto a “las cosas de la vida”. Ha sido interesante... estamos en consonancia...

El motivo en este caso ha sido el libro que estoy leyendo, y que leerá: Una sola Esencia. “Sailor” Bob Adamson.

Al acabar la conversación y volver a tu blog me encontré con esto: “El otro día, hablando con unos amigos, sobre lo divino y lo humano, les decía que me gustaría vivir de un modo más “despreocupado, menos racional y sensato””.

¿Daltvilla?... ¿Naciste en ella o en la parte de abajo?

Un placer, un abrazo...

Daltvila dijo...

Te agradezco mucho tus palabras, Ernesto. Ayer cuando leía tu comentario, me daba la sensación de que ya te conocía.
En cuanto tenga más tiempo me pasearé por tu blog, tranquilamente.

Ya me dirás si te gustó el libro.

Creo que má bien veo Daltvila.

Un abrazo