jueves, 18 de agosto de 2011

Nuestro instinto animal

- ¿Por qué crees que me necesitas?¿En qué podría ayudarte?


Cuando salí del cuarto de baño pensé que él ya estaría dormido. Me tumbé, con todo el cuidado de que fui capaz, en el filo de la cama, en posición fetal. Cualquier ligero giro sobre mi eje habría provocado que cayera sobre la moqueta de la habitación del hotel.
En la creencia absoluta de que ya estaba dormido, rompí a llorar en silencio; sin embargo, poco a poco, mis sollozos fueron acrecentándose y con ellos las sacudidas de todo mi cuerpo...

No estaba dormido, tan solo lo fingió.

- Y ahora ¿qué te pasa?

Era incapaz de responderle y, sin pretenderlo, permanecí en un espeso silencio.

Insistió con una perceptible, mal disimulada, violencia en su voz.

- Siento que algo muy grave está sucediendo en mi vida. No sé, es como si me desmoronara por dentro.

Tal y como los animales previenen las catástrofes con mucha más antelación que nosotros,  mi ser se inundó con toda la intuición de mi lado salvaje. Me resultaba imposible verbalizar lo que estaba experimentando, sufriendo, porque sufría. Nunca había vivido nada parecido. No se trataba de ese vacío en el estómago, sinónimo de tristeza, no era ese vacío, todo seguía allí adentro, en la cavidad de mi núcleo, pero se desprendía, sentía como una fuerza bestial lo arrancaba, me desgarraba. Mis órganos, mis vasos sangüineos, mis fluidos se estaban degradando aceleradamente, sin piedad, dejando el aroma de la putrefacción.

Y de toda esa putrefacción se escapó la idea de huir. Le dije:

- ¡Ayúdame a marcharme, necesito regresar a casa! ¡Ayúdame a buscar el primer vuelo! No puedo soportar ni un solo segundo más aquí.
" Sabes la ilusión que tenía en este viaje", respondió enfadado, alzándome la voz...


Advertí que sobre su mesa había una bandeja con pequeños paquetes de pañuelos.    

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Quién eres (¿?).

Anónimo dijo...

Idéntico. Calcao :

Mismas circuntancias.
Mismo lugar (una fria habitación de hotel).
Mismos hechos.
Puede que hasta las mismas causas y motivos.
Mismos sentimientos.
Mismo dolor.
Mismas lágrimas emputecidas por la fragancia del ambiente.
Hasta casi las mismas jodidas palabras.

Pero distintos sitios geográficos.
Ella no vino a mí en avión; lo hizo en su puto carro blanco.





La dejé marchar.
No dije una sola palabra.
Ni me despedí cuando se fue.

¡¡Que se joda!!, pensé.
Y el que reventó fui yo.

Todavía tengo necrosadas alguna que otra víscera.

Daltvila dijo...

eTho:

Creo que no fue exactamente igual. Algún día, quien sabe si hoy, continuaré el relato.
De todos modos, no es bueno mirar hacia atrás sin tener muy claro que tus pies ya caminan hacia adelante.

P.D. Y ahora solo me quedaría decir eso que escriben muchos: "Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia".

Anónimo dijo...

¡Ayyyy, Jefa, pero que tristeza lo que aquí cuentas!

¿Sabes? A veces me pregunto yo si lo que tu has descrito en este post me pasará a mí un día con mi inglesito... Él en London y yo aquí, aunque eso sí, nos vemos mínimo tres veces por mes.

Besukis,

Ámber

Daltvila dijo...

Amber:
Ojalá no te pase nunca y tengas una historia de amor duradera y plena y.... si alguna vez terminara, que guardes un maravilloso recuerdo.

Un abrazo